En la década de los veinte había un hombre que adentraba a la montaña a cortar madera como cuaderna, cabo de hacha o cabo de martillo; lo hacia en un burro y acompañado de un perrito.Un día se le pareció una persona a caballo presentándose como Genaro Espinoza. Después del saludo característico, el no se asusto y mantuvo la calma pues ya lo había conocido hace mucho tiempo.
Genaro, vestía elegantemente un sombrero ancho y lo invito a dar una vuelta en su caballo advirtiéndole que debía cerrar los ojos hasta que llegara al sitio de destino, si los abría, iba a sufrir una caída mortal.
El sintió como que el caballo se iba elevando y luego descendiendo hasta tocar el piso de nuevo; mientras mantenía sus ojos cerrados, notaba que se acercaron a una enorme puerta de piedra que se abrió y solo entonces pudo observar dentro de la montaña, una ciudad muy linda en la que habitaban gente que ya había muerto y otras que aun estaban vivas. Genaro le pregunto si conocía a aquel señor, y le dijo: Si, es Manuel Ramírez, él con esos otros de allá ya están muertos. Genaro volvió a interrogarlo: ¿conoces esa reina? el respondió: Si, ella es Agripina Quimi y no ha fallecido aun. Gerardo le explico que ese era el cerro de las ánimas o infierno, luego de lo cual hicieron el viaje de regreso.
Cuando toco tierra nuevamente el caballo lo hizo en el lugar en que habían dejado al burro y al perro, Genaro Espinoza, el del sombrero ancho partió en su caballo, mientras que Genaro Espinoza recogía sus herramientas y corrió a Posorja a contarle a la gene que había conversado con su propia alma y que había visitado “el cerro de las animas”.
JUAN GUILLERMO CHALEN
ENERO DEL 1962
POSORJA- CANTON GUAYAQUIL
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